
ALERTA, DOMINGO 13 DE AGOSTO DE 1995
HOMENAJE HOY NOCHE EN A3-TV
“En este país, si triunfas, molestas”
Las críticas por supuesta falta de moral no han logrado empañar el éxito de Gemio
Tras seis meses de polémica emisión por televisión, el programa “Esta noche, sexo” que conducía Isabel Gemio en Antena 3 se despidió al llegar el verano. Aunque la periodista ha manifestado querer volver a la radio, podría continuar con el espacio otra temporada más. La cadena le rinde tributo con un repaso a su carrera.
ALBERTO TALAVERA
La luz se apaga. La cámara de grúa aproxima un fundido en zoom hacia la luna llena del decorado para el monitor de control. El plató enmudece y sólo se escucha la sintonía de cierre. Unos segundos de silencio. Vuelve la luz, y el grupo de figurantes de agencia sale ordenadamente con un discreto mutis. La presentadora, agotada, y también emocionada, acaba de decir el último adiós al público del otro lado de la pantalla. Permanece unos instantes sentada, pensativa, como si abandonara un tren de largo recorrido e hiciese un rápido repaso de lo acontecido en los últimos seis meses; con la momentáneamente húmeda mirada puesta en el mañana. Un futuro a la vuelta de la esquina: como cada jornada de grabación, se alcanza ya el filo de la medianoche. Llega un nuevo día.
Isabel Gemio, siempre dispuesta a bromear con el equipo, esquiva ahora las miradas. Pero por poco tiempo. Enseguida se recompone y decide unirse con los demás para celebrar el destino a buen puerto de esta nave del sexo, otrora caravana del amor, que tantas críticas le ha supuesto en lo que va de año. Y es que, pese a los ataques, la periodista extremeña ha logrado hacerse con una audiencia fiel que la ha colocado en los primeros puestos de su horario de emisión.
“Me han puesto verde porque tengo éxito. Ni más, ni menos”, dispara Gemio nada más preguntarle. “Éste es un país en el que la envidia está a la orden del día”, justifica; “pero, aun sabiéndolo, lo he pasado muy mal”, Sin embargo a la presentadora le queda la satisfacción de un trabajo “serio, que ha servido para ampliar la información de muchas personas. Eso es lo que vale, su función pública”.
Desde luego, ni que decir tiene que el programa lo ha seguido un importante porcentaje de televidentes, a juzgar no sólo por los datos de audiencia de las empresas pertinentes sino también por el abultado volumen de cartas y llamadas telefónicas recibidas en la redacción.
Preocupación por sexos
A pesar de que ha habido para todos los gustos, según el balance las preocupaciones de las mujeres no parecen ser las mismas que rondan a los hombres. A ellas les interesa resolver dudas sobre la anorgasmia, la anticoncepción, dolores coitales, embarazos no deseados y la lucha por la fidelidad, tema este último desarrollado por Gemio y su equipo en varias ediciones y desde diversos puntos de vista. Por su parte, los hombres se obsesionan con lo que más pone en peligro su virilidad: la impotencia. También les preocupa la eyaculación supuestamente precoz -quedó aclarado que lo que ocurre es que muchos creen adelantarse, y que su orgasmo debe ser parejo al del acompañante-, e incluso por la homosexualidad.
En la tarea de instruir a tanto dudoso junto, Isabel Gemio ha contado con la colaboración de un equipo de especialistas encabezados por la psicóloga y sexóloga Rosario Mora, presente siempre en el plató para responder tanto a la propia como a sus invitados. “Era importante contar con expertos para que la información facilitada fuera rigurosa y ceñida a los casos concretos que nos ocupaban”, explica la periodista. Por su parte, Mora asegura que los telespectadores “han sido capaces de vencer miedos y contar sus propios problemas. Sin embargo, los padres de los más jóvenes siguen siendo poco permisivos con sus hijos en cuanto a temas sexuales”.
Lo más destacado, y a la par criticado, del programa han sido los audiovisuales. El equipo de filmación que ha apoyado los temas presentados por Isabel Gemio ha desarrollado una notable labor creativa en la realización de vídeos. Unos más escandalosos que otros; por ejemplo, los dedicados al sadomasoquismo, el intercambio de parejas, o los bares de alterne más sórdidos, mostraban el lado oscuro pero habitual para una parte de la sociedad. “Es algo que nadie quiere ver porque se avergüenzan de ello”, dice Gemio. Otra de las secciones que hubo de ser suavizada fue la dedicada a ilustrar diferentes posturas para consumar la unión sexual. “Eran vídeos muy estéticos; pero todavía hay mucha gente que se escandaliza, que no ha madurado. Y que tampoco deja que los demás lo hagan si lo desean”.
El programa “Esta noche, sexo” responde en esencia a un, hasta ahora, insatisfecho deseo de la propia Gemio. “Era algo que tenía en mente desde hacía tiempo, de cuando hice las 'Noches de amor' en Radio Nacional. Mi intención fue readaptar para televisión aquel espacio que creé entonces. Sin embargo, al llegar a Antena 3 preferimos empezar con algo más romántico, de ahí que surgiera 'Lo que necesitas es amor'. Éste es una versión española de un espacio de gran éxito en Europa”, especifica la presentadora. “El que ahora acaba sí lo he subdirigido yo, con lo cual me he sentido responsable al cien por cien de lo que pasara con él”.
Lo primero que pasó fue que el sucesivo retraso de su estreno, así como el paso de “Más que amor” a “El sexo de todos”, hasta quedar con el título que todos conocemos, provocaron una inusitada expectación en torno a la heroína del amor de la cadena.
“No es cierto. Lo que queríamos era madurar la estructura general del programa para no caer en lo malo que traen las prisas”, asegura Isabel. Con todo, desde el primer día de emisión las asociaciones de defensa -a la moral, a la familia y al telespectador- con más peso de todo el país alzaron las espadas. “Nos han tachado de depravados, de amorales; hasta piensan que hemos pagado para que nos contaran historias, lo que es absolutamente falso. Y de mí, que si soy una obsesa y atrevida, que me meto en terrenos que desconozco, o que quizá ya sé demasiado. En fin, de todo”, lamenta Gemio; “yo sólo he pretendido hacer mi trabajo lo mejor posible, sin ánimo de ofensa y respetando a todos. Mi preocupación era hacer del programa un instrumento de divulgación -que no de exhibicionismo- para la sociedad. Pero ocurre que nos encontrado con que había que sortear muchos tabúes”.
Apoyo incondicional
En cualquier caso, la periodista no puede quejarse: el aluvión de protestas no sólo no provocó las iras de los directivos de Antena 3 -como cabía esperar- sino al contrario. La defensa a ultranza de la presentadora y su programa cayó como un jarro de agua fría sobre los inquisidores, que no dudaron en echar más leña al fuego. Finalmente, la cadena hizo la concesión única de retrasar una hora la emisión de “Esta noche, sexo”. Sin embargo, las voces de las asociaciones habían sido tan altas que no pudo evitarse un boicot publicitario al espacio, y muchas de las más reconocidas empresas del país entraron en el juego para dejar de incluir sus anuncios cada noche que aparecieran en pantalla las provocaciones de la Gemio.
Con todo, el público no le volvió la espalda a la diva del escándalo. Una media de cuatro millones de espectadores le fue fiel de comienzo a fin. Así, el boicot no impidió que el programa prolongara su duración hasta alcanzar las dos horas. Asimismo, las iniciales trece ediciones previstas se doblaron. Al parecer, este número suele traer suerte en televisión.
“Es una mujer que ha aceptado las críticas ciertas sin considerar las falsas. Creo que su profesionalidad está fuera de duda”, comenta Rosario Mora. Por su parte, la secretaria personal de Gemio, Beatriz, apunta que es “una tía fenomenal con todo el mundo. Tiene tablas, y mucho éxito; y eso molesta. Siempre lo ha dicho”.
Futuro incierto
Una vez acabada la aventura sexual, el futuro de Isabel Gemio está en el aire. Por una parte, su contrato con Antena 3 Televisión ya ha cumplido los dos años de rigor que firmaron ambas partes en el verano de 1993, ante lo cual la otrora Isabel Garbí ha expresado su deseo de volver a la radio. “Es cierto, con ese nombre me presenté, y es ahí donde están mis comienzos en la profesión. Es un placer reencontrarme de vez en cuando con las ondas”. Pero de otro lado está el éxito con que ha cerrado su última intervención televisiva. “Eso ya ocurrió con el programa del amor, y aún así yo sabía que tenía que cambiar”, advierte.
En efecto, Javier Pérez, de la productora de “Esta noche, sexo”, Videomedia, asegura que Isabel “está muy cansada de hacer lo mismo”.
Aunque no está decidida una posible vuelta del espacio tras las vacaciones de verano, es indudable que la periodista continuará su labor dentro del mundo de la comunicación. “Es lo mío. Comprendo que es un trabajo duro; e imagino que los estudiantes de Periodismo lo tiene ahora muy difícil. Pero si es lo que les gusta, creo que no deben abandonar en el empeño. Lo que sí espero es que se tengan mucho respeto a sí mismos para no caer en la tentación de jugar con las personas”.
Es evidente que la Gemio estará aún dolida por algún tiempo con tanto ataque. En lo privado, hay que recordar el particular infierno que sufrió el pasado verano mientras intentaba descansar en Mallorca -este año lo hará en su natal Alburquerque y en el Ampurdán-. El acoso de la prensa y los insultos de sus detractores -de nuevo la sombra del éxito- ante la puerta de la casa que había alquilado le amargaron las vacaciones. A la vuelta, los preparativos de su sexual programa se combinaron con especulaciones en torno a su misterioso rapado de pelo. “Me lo aconsejó el médico, y punto”, cortó tajante. Luego llegó el supuesto romance con Hervé Timarché, fotógrafo habitual de la estrella televisiva. “¡Por favor!, es un compañero de trabajo, y nada más”, se defendió.
Y es que el halo que envuelve a esta eterna cómplice del amor parece repiquetear constantemente entre la opinión pública. Ya decía Dalí aquello de “que hablen de mí, aunque sea bien; sin embargo, a Isabel Gemio no le agrada que todo el mundo esté pendiente de cada paso que da. Y eso que la oficina de Antena 3 también recibía cartas de algún que otro admirador.
“Yo intento respetar a mis entrevistados; llego hasta donde me dejan. No me meto en sus vidas privadas. Ya no se trata de pura ética periodística, es una norma de educación”.
“Lo que de veras me molesta es que se inventen cosas que yo no digo, y que describan situaciones que no van con mi persona. ¿Que soy una diva innacesible?, mentira. Más de una vez he salido a la puerta del estudio a buscar a jóvenes que querían hablar conmigo y los de Seguridad les pedían un pase. ¿Que soy la mimada de Antena 3?, pues tampoco. Sólo procuro tener medios para trabajar con calidad”, justifica.
De lo que no cabe duda es de la disponibilidad de esta mujer menuda pero con una tremenda capacidad de aguante. Es ya la una de la madrugada y no le importa cambiar su atuendo y grabar unos minutos para un sketch que ofrecerá hoy Candela Palazón en su programa “Con luz propia”. Gracias al brillo de ésta, a su fuerza, ha logrado capear el temporal de estos meses. “Yo también, como mis invitados, me he emocionado con alguna historia en el plató, aunque el público creerá que era teatro porque a estas alturas ya debería estar curada de espanto. En definitiva, pocos conocen cómo soy de verdad”.

CONCHA VELASCO
“Hace falta vocación de estudio además de talento”
“PERFIL” / VITORIA, 1997
En el cine tras cinco años de ausencia, no se conforma con un simple jardín: es el propio Edén quien le espera. Desde allí, su sonrisa nos seguirá contagiando a todos de juventud. De ese entusiasmo, también, que le lleva a explorar nuevos recovecos de un arte, el vestir y pasear las emociones de cada personaje, hecho enteramente suyo. La chica de la Cruz Roja, que fue ye-yé, y hasta santa, es ante todo madre, amiga y esposa. Y un lujo de mujer espectáculo que puede presumir, como pocas, de tocar la cima con garbo de auténtica Señora.
ALBERTO TALAVERA
-“Mas allá del jardín” es una historia intensa que ha tenido que pasar por un rodaje duro y complicado. Después de cinco años apartada del cine no habrá sido fácil encararla. ¿Tenía que demostrarse algo en especial haciéndolo?
-Pues a mí, no. Si acaso, a Pedro Olea, por supuesto que al productor, y también a un autor como es Antonio Gala, que había puesto en sus manos la novela para hacer un buen trabajo dirigiéndola.
-¿Y al público no?
-Bueno, verás; yo primero tenía que gustarle a Pedro, porque sé que gustándole a él gusto también al público. Es una persona muy estricta, es muy severo. Pero me quiere. Por eso me deja desarrollar mi creatividad. Así, todo sale bien. Aunque es cierto que a veces tanto rigor es torturador.
-De ahí que entre toma y toma la encerrara a usted en una roulotte.
-¡Buf! ¡Casi me tenía secuestrada! Al final tuve que decirle que me dejara en paz. ¡Por fin!... Pero no, vamos a ver: de lo que se trataba era de que yo me concentrara en el personaje. Y aquella caravana en medio de la selva no fue mi zulo sino el lugar donde él y yo pasamos muchas horas trabajando mi interpretación.
-Que crítica y público han alabado, por cierto. Mereció la pena, entonces.
-Pues sí. Resulta que comenzamos el rodaje en África, y eso es algo que siempre agradeceré a Pedro porque la sorpresa de Concha Velasco al bajar del avión me facilitaba la sorpresa de Palmira Gadea cuando se encuentra con una realidad que buscaba y para la que se había preparado. Fíjate que yo siempre pido a los directores que intenten hacer la película en orden; sin embargo, esta vez fue un acierto empezar por el final.
-Pero si usted prefiere seguir una historia desde el principio hacia el fin será porque lo contrario complica la labor del actor interpretando la evolución de un personaje, ¿no?
-En absoluto. ¡Ahí reside la grandeza del cine! Cuando se dice que es fácil, porque se puede repetir la escena una y otra vez, creo que es un error. Un actor de cine tiene que saber cómo es su personaje desde que firma el contrato hasta el estreno, porque antes de llegar ese día encontrará imprevistos mientras rueda y le da vida. Este último trabajo ha sido difícil, desde luego. Pero volver a formar parte del cine, del que se está realizando en este momento, que me parece estupendo... ¡Ay!, para mí era triste no participar de él. Así que Pedro Olea me acaba de hacer un regalo.
-Ha tenido que esperar veintiún años desde su último encuentro profesional.
-Sí, pero nunca le agradeceré bastante que me dejara disfrutar con una interpretación tan compleja y difícil, y de haberme conducido tan bien. He sentido que me quiere. Como actriz y como amiga.
-Esta película se dirige al espectador con el particular de poner a su protagonista en una situación límite para que reacciones. ¿Ese empuje lo experimenta también el público?
-Afortunadamente hay gente maravillosa y tan generosa como mi personaje que no ha necesitado ir al cine o leer la novela para serlo. Yo he encontrado en África personas mucho más dedicadas que Palmira a servir a los demás. A fin de cuentas ella iba buscando el amor, lo pierde; y es entonces cuando decide quedarse con los más necesitados de forma totalmente altruista. Pero, bueno; puede haber mujeres que viendo esa situación se muevan también en esa dirección. No lo sé.
-Cuando Vicente Aranda filmó “La pasión turca” los más críticos apuntaron que la frustración matrimonial de la protagonista perdía fuerza en la pantalla con respecto al original de Gala. Es una opinión que también se repite con esta nueva película.
-Porque el cine no es literatura, es visual. Una adaptación. Aquí viene el tópico de que una imagen vale mas que mil palabras. La película podría tener más escenas fuertes, sí. Pero a Pedro Olea no le gusta recrearse en esas cosas. Tiene su delicadeza y prefiere sugerir. Y tampoco el productor dijo “¡hala, venga, vamos a poner carnaza!”.
-¿Usted también estaba de acuerdo?
-Por mi parte creo que la gente es suficientemente adulta como para prescindir de ello.
-Muchas actrices dicen ver cambiada su forma de sentir cuando están rubias en lugar de morenas. ¿Es cierto?
-Pues mira, sí. Y además parece que a Pedro le gusto más rubia que morena, porque en sus películas siempre suaviza mi imagen habitual. En esta ocasión no quería un look fuerte ni que la gente viera a Concha Velasco sino al personaje. Y es verdad que yo también lo veo así. No creas, que le llevó su tiempo dar con el tono exacto. Yo trabajé a Palmira por dentro y el quiso hacerlo por fuera. Fue una tarea a dúo.
-La última entrega de los Premios Goya parece abrir puertas a los muchos realizadores jóvenes que están surgiendo en el cine español. Su hijo mayor, Manuel, es uno de ellos. ¿Qué cree que les espera detrás?
-Supongo que algo tremendamente esperanzador, ¿no? La gente joven es la que más va al cine, quizá porque resulta uno de los espectáculos más baratos. Puede que así haya más entendimiento entre público y director.
-¿Y cuál es la baza que les permitirá lograrlo?
-El talento.
-En fin, que en su casa se repite aquello de “Mamá, quiero ser...”
-Director. ¡Sí! Ja, ja.
-¿Y cómo descubrió Concha Velasco que su papel era el de actriz?
-Pues, según me cuentan, seguramente lo fomentó mi madre. Yo debí de ser una niña que necesitaba siempre cantar y bailar, pero ella me impulsó. Sí, recuerdo que solía subirme en las mesas para que me tiraran perras. Siempre he querido dedicarme a esto. Es que no me recuerdo yo pensando en otra cosa...
-Vamos, que echó usted los dientes actuando...
-Sí, sí. Cuando estaba sola en mi casa me disfrazaba, hablaba con el espejo y me inventaba historias. Si jugaba en la calle era siempre escenificando las novelas de la radio. Yo interpretaba y dirigía. Y siempre me quedaba con el papel protagonista, ¡eso lo tenía clarísimo! Es que, de verdad, ¡iba hablando sola por la calle! Y me imagino así cuando sea viejecita y pierda la cabeza como todas las personas mayores. Como todos los actores después de haber vivido en tantas pieles distintas.
-Total, que eso de estudiar una carrera universitaria y seguir los pasos de mamá, que era maestra, nada.
-Pues no. Pero no creas, es que ella tampoco lo quiso. Sí me inculcó, desde luego, el estudio. Cuando llegamos a Madrid en 1950 me inscribió en el Conservatorio y en una escuela de ballet clásico, donde obtuve sendas matrículas de honor. Tengo que decirlo porque además es algo que enseño constantemente a mis hijos.
-Para que cunda el ejemplo.
-Y para que se den cuenta de que yo quería ser bailarina, pero eso no me impedía tener sobresaliente en declamación, en solfeo, en cultura general. En todo. Era una escuela muy completa.
-Eso quizá impidió que un disciplinado padre militar dijera “¡no!” a un mundo de farándula para su hija.
-La verdad es que lo mío no le gustaba nadita. Sí le hacía gracia que su niña era la que bailaba sola en la función del colegio, era la más lista y tal. Pero cuando la niña quiso hacer de eso su profesión no le agradó mucho. Sin embargo, fíjate; sé que le hubiera gustado ahora “Más allá del jardín”.
-Es que al final puede el corazoncito.
-Bueno, no te creas que le parecían bien todos mis trabajos. Pero desde luego que nunca me he sentido frustrada en familia. De siempre he sido la mimada, el monito, el Tonino... Aunque ahora ya Manuel me dice: “Un momento; para ya y deja de hablar de ti. Vamos a ver un poco lo mío, ¡no?”.
-¿Y qué es lo que ven?
-Sus inquietudes, sus proyectos. Y mucho cine. Es de los de sesión continua hasta que cierran. Claro, que ya le acompaño menos, porque sale con una chica y... Pero a veces me llevan. ¡Bueno!, ¡me llevan!; voy yo dos horas antes a por las entradas, como el otro día, que vimos “Evita” y estuve en la cola desde las cuatro para la sesión de las siete.
-¡Vaya!, en estos tiempos eso sólo se hace ya por un amigo.
-Es que yo presumo de ser buena amiga de mis hijos. Como todas las madres modernas, supongo. Aunque no dejo de exigirles. No digo disciplina pero sí respeto a la convivencia familiar. Para estas cosas soy muy severa.
-¿Y también es tan amigo de su marido como dice?
-Lo intento, pero no te creas tú...
-Todas las mujeres se quejan de lo mismo.
-Es que es muy duro. Menos mal que él es buena gente. Y sobre todo le cae muy bien a mis amigos, ¡eso sí es tremendo!
-Por cierto, ¿les veremos alguna vez actuar juntos?
-¿A Marsó y a mí? ¡Ya le gustaría!, ja, ja. No, bueno, lo que pasa es que se dedica más a producir. Pero sí es cierto que le costó mucho dejar de actuar, porque, en definitiva, es lo que le hace feliz.
-Bueno. ¿Y con Antonio Banderas? Tengo entendido que es un capricho por cumplir.
-¡Ay! ¡Y cómo está en “Evita”! Mira, como es de aquí, malagueño, y el muchacho se empeña en venir a disfrutar de su éxito, ¡qué mal nos portamos con Antonio! Es muy buena gente y mejor actor. En esta película está a la altura hasta de Jonathan Pryce, que yo lo he visto en teatro y es que te mueres. Creo que se nos tiene que caer la baba por lo de Banderas.
-La cinta ha sido muy bien acogida en España, a pesar de ser toda cantada y tener a Madonna de protagonista.
-Pues ella también está magnífica.
-Además, entonando nada menos que a Lloyd Webber. Con lo que a usted le gusta.
-Me encanta la ópera-rock. Es otra forma de musical. ¿Sabes, por ejemplo, qué quiero hacer?, pues “Víctor, Victoria”. Pero no ahora, porque cualquiera se presenta así, con eso, para que vuelvan a decir “qué se ha creído ésta, que sabe hacer de todo”. Lo dejo apartado y me iré a Nueva York a ver a Liza Minnelli en el lugar de Julie Andrews, que estaba estupenda. Pero aviso que lo haré, y tendré los derechos de esa obra. (*)
-Y hasta entonces, ¿qué?
-Volveré con algo sencillito... Así, como para pedir perdón por ser tan guapa, tan joven, tan fantástica...
-Es que eso en España es pecado: te da éxito.
-De lo que estoy segura es de que habrá un antes y un después de “Más allá del jardín”.
(*) Nota del autor: Concha Velasco estrenó en 2001 el musical “Hello, Dolly!”, en versión para teatro de la célebre película protagonizada en 1969 por Barbra Streisand. El espectáculo se presentó en el Teatro Calderón de Madrid y giró por distintas plazas de España durante casi dos años. “Víctor, Victoria” llegó a la Gran Vía madrileña en 2006 pero teniendo como estrella a Paloma San Basilio, que hizo pareja con Francisco Valladares.
EL QUINTO GRADO
UN LUGAR PARA VIVIR: Madrid
UN DISCO: “Sunset Boulevard”, de Andrew Lloyd Webber
UN LIBRO: “Cien años de soledad”, de Gabriel García Márquez
UNA PELÍCULA: “Lo que el viento se llevó”, de Victor Fleming
UN HOBBY: Bailar
EN ESTE MUNDO SOBRA: Guerra, falta de solidaridad. Racismo
UN SUEÑO NO LOGRADO: Casi todos
UN SUEÑO LOGRADO: Ser madre
DE ESTUDIANTE RECUERDA: A mi profesor Former
Y PREFIERE OLVIDAR: Ni me acuerdo...
DIJO “TIERRA, TRÁGAME”: En cualquier estreno
CON QUIÉN NO PASARÍA UNA NOCHE LOCA: Con Hitler