Nov 252023
 

Tuve ocasión de descubrir el jueves un minimalista salón del buen comer y cenar donde la protagonista es la carta. En plena milla de oro. Aquí no hay fiebre interiorista de atrevidas líneas, volúmenes apilados y materiales fríos envueltos con cegadores leds, y prima lo que te vas a encontrar en la mesa.

Parten de ingredientes naturales, frescos y básicos. Prescinden de endiabladas elaboraciones, tan recurrentes, esas que abarcan tres o cuatro líneas impronunciables en el menú, apenas lucen el plato y mucho menos llenan tu estómago. HER ofrece una selecta cocina mediterránea, sabrosa, muy bien presentada y con la sofisticación justa.

Y al grano pues: qué pude probar? La bienvenida de la casa, un aperitivo de aceites balsámicos con su bollo de semillas. Escogiendo el primero pensé en milhojas de berenjena, presentado como bol de rodajas salteadas con guarnición. Y te sorprende porque nada tiene que ver con el pastel hojaldrado al horno que cualquiera imagina al leer el menú. Para el segundo intervino mi amigo José Manuel, y así llegaron a la mesa los tacos de pulpo, que sirven abiertos y no en rollo. Jugosos y abundantes. El tercero, y a modo de cierre de picoteo, unos ravioli de espinaca sugeridos por esa chica rubia que comanda tan simpática como la camarera morena que sirve y los chicos encargados de la bodega. Joven y de la tierra, por cierto.

Quienes me conocen saben de mi perdición por el dulce. Los pediría todos. Pero la edad te vuelve cauto y el postre compartido fue una tarta de limón. Tampoco viene como típico pedazo de bizcocho y relleno. Lo traen en una fuente ovalada, y en forma de crema sobre galleta triturada, coronando todo un merengue flambeado. Impresionante.

Me ha encantado HER, en el número 4 de la calle Hermosilla. Centro de Madrid que nunca se conoce a fondo. Me lo viene a descubrir tras dos años abierto un tocayo, a quien mucho agradezco. Disfruté la siempre divertida cena con mi amigo en un escenario nuevo esta vez y con paladares satisfechos.

Llega la Navidad… Os lo recomiendo.

(José Antonio, tenemos que ir!!)

De nuevo gracias, Alberto. También al jefe de sala, Ángel, por su esmero.

Qué gusto volver paseando a casa y de noche…