El pasado sábado noche millones de fans escrutaban cada detalle del Festival de Eurovisión en sus pantallas de salón. Otros, mientras, disfrutamos mucho más sueltos fuera de casa el increíble directo de alguien que hace una década pudo haber representando allí a España entre bombos y fuegos de artificio: Ni falta le hacen -ahora o antes- para ser lo más. Fran Dieli volvía a cantar su trabajado disco “Andaloser” en Madrid después de un año de televisión muy intenso. Acompañado por Koen Anthierens, la otra mitad -belga- del dúo que da nombre al cedé, y de un puñado de excelentes músicos, el cantante granadino dio la talla. La historia de Dieli es tan variopinta en recorrido como en ingredientes: De tenista profesional -vocación de su recordado padre- pasó a vocalista de concurso en «OT», el decano de los busca talentos musicales del país en este nuevo siglo, para saltar luego al grupo Supersingles que versionaba lo más granado de nuestro pop en las tardes de fin de semana en Telecinco. El verano pasado anunciaba su entrada en Antena 3 para la esperada vuelta de “Tu cara me suena”, donde también dio talla. Bueno, varias. Para todos los gustos y modas. Seis meses de pura exhibición que le han permitido hacer gala de lo mucho que sabe y maneja dentro de la escena y la canción. Por currante.
Fran Dieli se hizo un favor, y a todos nosotros, dejando la raqueta para los ratos de ocio y enfrentando su pasión por la música a todos los niveles. Canta, compone y baila. Esta última facultad ha podido explotarla especialmente y con acierto gracias al programa de imitaciones que presenta Manel Fuentes, donde resultó ganador de varias galas antes de ocupar el puesto tres del podio. Con las otras dos ya venía sobrado de antes. De muchos kilómetros de galas, de directos, del día a día micro en mano, que es como se curte un vocalista de verdad al margen de sus dotes naturales. El deporte de cuerdas de garganta es tan disciplinado como el de la pista de tenis o cualquier otro, aunque muchos de cuantos lo practican suelen olvidar tal detalle y, a pesar de su discutible éxito de ventas, acaban adictos al menos a dos vicios: A, playback de forzado postureo, ese que pasean también por las revistas de quiosco barato o en los posters promocionales de sus prefabricados perfumes a mayor gloria del icono de multinacional en que acaban convertidos; y B, autotune de escenario cuando tratan de defender con evidentes y vanos esfuerzos un espectáculo en vivo. No es el caso de Fran, que sabe lo que cuesta sudar camiseta y cómo hacerlo bien.
“Andaloser”. Fresco. Preciso. Divertido. Atesora doce cortes de bajo irresistible, riffs de guitarra electrizantes, letras contundentes. Y un fantástico buen rollo indie con quiebros de soul, que atrae, cargado de virtuosismo vocal e instrumental. Suena a gran banda. Suena importante. Suena coral. Es precisamente en el trabajo de voces donde más se luce Dieli, multiplicándose sin parar dentro de su amplísima tesitura y mejor gusto que me recuerda, por uso de facultades y habilidad de temple y modulación, a quien considero fue un de los más completos cantantes pop de este país: Tino Casal. El asturiano componía sus canciones a base de voces con las que mandaba a los instrumentos, como una batuta para orquesta, inventando sonidos y frecuencias que luego los sintetizadores de la época trataban de imitar bajo su control de perfeccionista nato. Fran tiene una parecida capacidad que desconozco si utiliza o no para este fin. Pero está ahí y el resultado luego es sorprendentemente espontáneo y natural. Tiene música en la voz. Arropa su timbre con textos propios, pronunciados aquí en un perfecto idioma inglés. Si esta es la característica que todo crítico reprocharía como talón de aquiles en el intento de tocar el éxito en nuestro país, habría que decirle: ¿Desde cuando el público español escucha sólo música en español? El reto que aquí defiende Fran Dieli, como casi todos los que se han atrevido antes, es, precisamente, serlo: Español. Un compatriota cantando en inglés. ¡Y encima, andaluz! Pecado doble del que desde aquí queda redimido. Porque lo hace impecable y porque en castellano melódico también nos ha demostrado su valía: Preciosa canción “Por amarte” de su repertorio básico es prueba de ello entre muchísimas más, como «Estás conmigo». Su otra baza en cuanto a la lengua de Shakespeare es la facilidad que tiene de hacer versiones y lograr adueñarse en ellas de esos clásicos escogidos. Para muestra, las sorprendentes actuaciones de este año en televisión.
El disco ha tardado, por circunstancias, cuatro años en nacer, y por eso es tan bueno. No le falta ni sobra nada. Es un viaje completo, que merece prolongarse en más entregas, y abarca casi todas las emociones posibles rescatando el olvidado gran secreto de toda buena canción: la sencillez estrofa-estribillo-estrofa sostenida con tempo, ritmo y leit-motiv. En definitiva: Armoniosa. Pegadiza. Que no fácil ni machacona. El dúo ha acertado la composición prescindiendo del tedioso fade-out y marcando el final de las canciones, un rasgo que siempre las define con mayor contundencia. No son la cantinela que se repite y va desvaneciendo hasta enmudecer. Se agradece. Son canciones que pueden estar perfectamente en la banda sonora de una película, algo que confirma su valor y las hace permanecer en el tiempo porque, a ver quién no es capaz ahora de recordar una sola canción descubierta una tarde de cine. Quedarían perfectas en plena Ruta 66 estadounidense. En el pub que te recarga pilas en la infinita carretera o de fiesta en una azotea vecinal al estilo de la que ilustra el videoclip del tema «Give me a go», estrenado en su web. Pero también pueden llenar teatros, estadios y plazas de toros. Y, cómo no, toda radio de buena onda. Amén del estante de cualquier melómano con variado gusto y mejor criterio.
Fran, en el escenario, se mueve con la apariencia de un yo por aquí pasaba y eso resalta su atractivo. Interactúa con una banda que lo arropa siempre. Y es cómplice idóneo de Koen, que firma la mayoría de las letras, muy definidas, como “quise odiarte y no lo conseguí” en “Shady”, o “es momento de llegar, ver tus ojos y todo lo bueno que hacemos dejando la ropa en el suelo” en “Clothes on the floor”. El sábado se dio el lujo de cantar a dúo con una brillante Lucía Gil, su compañera de triunfo en “Tu cara me suena” y amiga. Una colaboración que puso en pie, como no podía ser de otra manera, a todos los que seguían sentados hasta ese momento observando cada detalle. No volvieron a ocupar asiento mientras él compartía otra canción más, con Samuel Cuenda, que también se subió a los micrófonos. Y definitivamente saltaron y bailaron todos hasta llegar el ochentero e inevitable “Take on me” de A-ha en el final. Antes habíamos reconocido muchos matices tal vez de Robbie Williams, Michael Jackson, Prince, Mika, Ronan Keating o George Michael, voces supremas todas de las que Fran Dieli ha tomado algo prestado y ha hecho después tan suyo y particular que lo hace reconocible por sí mismo. No necesitamos recurrir a nombrarlos para hablar de él. Es, por derecho, nuestro Fran Dieli. De diez. Ni más, ni menos. Bravo.