No voy a caer en el tópico. Es la fecha, el día. El aniversario. Pero quiero hablar de ella viva, y no de quién tuvo culpa. Inevitablemente, desde cualquier rincón, por insospechado que sea, nos llega su sonrisa, la mirada azul, su inocencia y picardía a la vez. Su alegría. Y su pena.
Monroe habrá miles. Marilyn, una sola, y todas a la vez.
Cualquiera que me conozca sabe de mi fascinación por esta mujer que se hizo a sí misma, aunque el levantamiento suyo más recordado sea mérito de un ventilador: El de la falda blanca plisada que le cosió Travilla. Él diseñó el icónico vestido de verano y tantos otros que la auparon en su ascención a mito. Pero los patrones y puntadas de más alta costura fueron de la propia Norma Jeane, convertida en multipropiedad mundial a golpe de dólar, y, autodidacta nata, empeñada en labrarse un presente como persona sin más. Que para ella no era poco.
“Me encantaría ser como tú”. Se lo dijo una amiga al entrar en su habitación y verla desnuda mirando un paisaje por la ventana. “No digas eso. A tí te respetan”, fue la heladora respuesta de alguien que, lejos de pavonearse halagada, recibía el piropo aterrada de que pudiera cumplirse y no poder evitar a la amiga un destino desdichado. Pues ese fue su sino: Rechazo. Desde la cuna, y paradógicamente contrario al efecto imán que provocaba en el público.
Norma Jeane quería ser fuerte, y Marilyn, gustar. Y viceversa. Por eso mientras una devoraba literatura clásica, la otra pasaba horas renaciendo ante el espejo. Y al revés. Recordada por su cimbreante andar, los imposibles ceñidos, el rubio platino y un susurro por voz, pocos saben y reconocen su tremenda capacidad interpretativa, su amplitud y variedad de registros (palabra que nunca me gustó) actorales, la perfecta afinación musical, su sensibilidad para el arte y la facilidad de retórica plasmada en reflexiones perdidas por decenas de cuadernos. Por fortuna, varios manuscritos fueron recopilados. Algunas de sus líneas provocan tanto escalofrío como nostalgia las muchas canciones que dejó grabadas en una época donde regalar música dedicada era uno de los detalles más sutiles que se podía tener.
Era tan rápida en contestar preguntas como ingeniosa en desconcertar al que interrogaba. Un apunte más de su aguda inteligencia tan valioso como lo es constatar que, de tanto que fue, nunca supo defenderse. Porque los listos no atacan, y sus mejillas están siempre dispuestas a encajar bofetadas.
Quisieron sus hombres hacerla madre. Pero no los astros. Tal vez para no repetir en los hijos más caminos de piedras. Y así se marchó, sufrida y llena de amor que tampoco pudo entregar a una madre eternamente trastornada, un padre siempre ausente, tres maridos entre inexpertos e interesados… y un perro que siendo niña le mataron volviendo a casa. Millones de admiradores, y sola.
Sola contra todo y luchando por tener un lugar, que no estaba en ningún museo, filmoteca, escaparate o bulevar de la fama. Un lugar donde ser mujer fuera tener criterio, poder decidir, dar ejemplo y crecer. Subir. Sumar. Apoyar. Un lugar donde algo -siquiera- pintar.
Pagó caro. Muy caro. Tanto. Por no claudicar a una ley de orfandad; por plantar un matrimonio abúlico, vacío de amor y dedicación; por posar a (tercio)pelo para poder cobrar; por plantar al patrón pendenciero y explotador de la imbatible Century Fox; por estudiar y ensayar siempre antes de debutar; por llevar falda ¡y hacer culturismo!; por estrenar y dirigir en Hollywood la primera productora de una mujer, con su nombre; por nadar, desnuda, y no querer guardar ropa… Por estar siempre asustada, y nunca tener miedo.
Escribí un artículo veinte años atrás al publicar Donald Spoto la enésima, y por ende polémica, biografía. No ha sido la única. He leído casi todo lo que pueda estar escrito sobre ella de bueno y de malo y visto cada documental, frito y refrito, para llegar siempre a la misma conclusión. Fue una bomba. Sesual, con eses.
Hoy tal vez no hubiera representado un peligro. O sí. Quizá ahora resultara imposible maquinar su muerte. O no. Se adelantó a la era internet y el whatsapp que nada puede esconder. Por eso logró brillar en lo que tuvo de amable aquella donde los sueños de pantalla podían hacerse realidad.
Cada 5 de agosto es todo eso, y mucho más.
Ago 042014