Dic 282014
 

Atendiendo la Gala Inocente de TVE, por el teléfono me avisan: ¿Estás viendo a Concha en la cinco? Se referían, claro está, a la Velasco. Dejé colgadas un momento a María Casado y Mariló Montero, fumetas de extranjis en la broma de turno, y cambié de canal. Concha, de blanco por arriba, de negro por abajo a juego con su nuevo pelo (por color, no porque lo perdiera con la quimioterapia), lucía espléndida. De físico, y de mente. Ya he leído y sé que muchos internautas juntarían estas dos últimas. Pero no, la de Valladolid no chochea, por mucho que quisieran. Aun cuando ella misma dijera anoche “yo es que soy muy madrileña”. Es que así habla. Contundente. Se refería.

La actriz de “Teresa de Jesús” nunca ha dicho que fuera santa, y sí que puede equivocarse como cualquiera. Pero dejó muy claro y conciso que, a pesar de todo, no se arrepiente de nada público que haya hecho. Lo demás, ya se lo perdonará Dios, que para eso es creyente. Rubricó contestando con la directa las cuestiones de Sandra Barneda y colaboradores. Le gustó el discurso del nuevo rey por Navidad; le parece que la justicia está siendo tal con todos por igual; opina que la entrada de nuevos partidos en el panorama político español es un soplo de aire fresco. Pero en lo que más fresca se quedó ella fue criticando lo corrupto de aquel que se lleva las arcas públicas a su casa o a paraísos fiscales, “ya sea de derechas o de izquierdas, que a algunos hasta los he conocido yo”. Esto le provoca tanta pena como enfado. Lógico.

Conchita, como gusta de volver a llamarse a sus 75, también criticó el “criminal” 21% de IVA con el que el gobierno de La Moncloa decidió gravar los espectáculos y productos culturales y que en nada favorece a público ni empresarios. Claro que, y eso es algo mío ya, qué podíamos esperar de un país que desde la pizarra al cedé, pasando por el vinilo, continúa reservando un impuesto de lujo a metálico para los discos. Siempre lo digo: En México, por ejemplo, todas las carpetas y cajas de productos fonográficos llevan impreso el lema “El disco es cultura”. Aquí es poco menos que una ostentación. Si el negocio de los políticos fueran las productoras en lugar de la banca… otro gallo cantaría (hablando de discos). Pero, claro, de momento no hemos tenido ningún diputado o militante en la portada de un elepé, que yo recuerde. Si acaso Toni Cantó, llegado al hemiciclo, y también actor, nos diese una sorpresa impositiva de tener ocasión… Bueno, en lo que brilló ayer especialmente nuestra veterana aludida, quien curiosamente tuvo por pareja en “Carmen, Carmen” al hoy diputado de UPyD, fue en referencia al papel público, profesional, del artista: “Debemos significarnos menos y atender más al trabajo”.

Pues estoy de acuerdo. En el mismo sentido que, creo, debemos atribuirnos también los periodistas. Serlo no significa tener que estar siempre proclamando a los cuatro vientos una opinión o una opción de voto. Ni tirando por tierra y por sistema todo aquello y aquel que no entra en nuestras convicciones particulares mientras ensalzamos lo que nos gusta más. Ejercer de profesional no es sinónimo de abanderado de nada, como muchas veces ocurre. No hay porqué significarse a toda costa en toda ocasión. Y callar a veces ciertos asuntos tampoco significa necesariamente que estemos dejando a un lado la coherencia en nuestros actos, sino apelar a la objetividad. Un valor en franca decadencia. Creo que cada vez se difumina más la línea entre perfil particular o privado, y público o profesional. Ideas e ideales tenemos todos pero, ¿siempre han de ser nuestra tarjeta de visita? Opino que tal vez sea más prudente y efectivo actuar y conseguir en lugar de tanto dictar y proclamar. O lo que es igual, y ya dijo el poeta: “Camino se hace al andar”. Los cuchicheos, a la corrala.

Me parece estupendo, Conchita, que eches freno a acaloradas defensas en público, porque así te permitirás esas fuerzas para disfrutar más en privado. Y hoy, con lo que ya has pasado, te recompensa.
¡Qué bueno tenerte de vuelta! En todo.